Normativa trabajo cámaras frigoríficas: Estrés térmico por frío

El frío tiene implicaciones técnicas, legislativas y de PRL en el desarrollo de las tareas de las personas trabajadoras. Son estos aspectos, relacionados con el estrés térmico por frío, los que intentaremos explicar en este artículo general sobre el trabajo en ambientes fríos. Las responsabilidades que aquí se describen las tendrá que asumir quien corresponda según lo dictaminado por la Ley.

Normativa trabajo cámaras frigoríficas: Estrés térmico por frío

Estrés térmico por frío

En nuestro sector (el frío industrial y comercial) es poco común trabajar en ambientes extremos. No obstante, sí que es posible que tengamos que realizar reparaciones u operaciones de mantenimiento en instalaciones de frío que no se puedan parar debido a las características de su funcionamiento o a su importancia para el proceso productivo. En estas situaciones, es muy importante ser conscientes de que el frío tiene implicaciones técnicas, legislativas y de PRL en el desarrollo de las tareas de las personas trabajadoras. Son estos aspectos, relacionados con el estrés térmico por frío, los que intentaremos explicar en el presente artículo; sin embargo, queremos aclarar, ya desde un principio, que este es un artículo general sobre el trabajo en ambientes fríos, pero que las responsabilidades que aquí se describen las tendrá que asumir quien corresponda según lo dictaminado por la ley.

El cuerpo humano, como es bien sabido, cuenta con un sistema de termorregulación, lo que permite nuestra supervivencia pese a las variaciones de temperatura exterior. Aun así, este tiene unos límites y las cámaras frigoríficas pueden generar unas temperaturas lo suficientemente bajas como para ocasionar desde incomodidad hasta problemas musculares/oculares/respiratorios/etc. graves e, incluso, la muerte. La muerte por hipotermia se produce cuando el cuerpo no consigue generar más calor (mediante las reacciones bioquímicas entre los nutrientes y el oxígeno) que el que pierde en esas condiciones, haciendo que la temperatura corporal baje de los 35 grados centígrados y, finalmente, colapse.

En este sentido, la expresión temperaturas de disconfort térmico, hace referencia al rango de temperaturas en el que una persona sana (utilizando la vestimenta adecuada) solo experimenta una sensación de malestar, lo que implica que está siendo capaz de mantener la temperatura corporal con los mecanismos de termorregulación naturales. Permanecer a estas temperaturas suele ser seguro para el personal que lleve a cabo la actividad en ese ambiente frío, salvo en caso de que sufra alguna patología o condición anómala. En cualquier caso, siempre se debe tener en cuenta que esta sensación de incomodidad podría derivar en distracciones potencialmente peligrosas.

Por el contrario, si el uniforme de trabajo es insuficiente para que la respuesta natural del cuerpo llegue para mantener las temperaturas adecuadas, podemos afirmar que existe riesgo de estrés térmico por frío, el cual puede tener repercusiones más o menos graves sobre la salud del individuo (hipotermia, lesiones, etc.). El concepto estrés por frío hace referencia a la existencia de una carga térmica negativa: el cuerpo pierde más calor del que es capaz de generar como consecuencia de un cúmulo de factores físicos y ambientales que afectan a la temperatura corporal. Para evaluar este estrés térmico por frío tenemos varios métodos, pero uno de los más extendidos es el índice IREQ (Aislamiento requerido de la vestimenta).

El IREQ estima el aislamiento que el uniforme de trabajo tiene que proporcionar para evitar esa pérdida de calor excesiva. Para ello, se calcula este valor para dos supuestos de sobrecarga fisiológica (baja y alta) y se comparan los resultados con el aislamiento que proporciona el uniforme del personal para evaluar si existe o no riesgo, así como su nivel. Con este fin, se tienen en cuenta factores externos (como la velocidad del aire, la humedad, la temperatura ambiente, la radiación), otros relacionados con la ropa y factores internos (como la carga metabólica). Así, se puede estimar tanto el estrés térmico por frío en el cuerpo en general como en partes especialmente sensibles (como la cara o las extremidades).

Para la evaluación de enfriamiento local se aplican los procedimientos de la UNE EN 511:2006, pero también se pueden medir las temperaturas de las partes afectadas de forma directa. Las partes de la anatomía humana más sensibles suelen ser los dedos, el límite para considerar que existe una sobrecarga alta son 15 grados, y las vías respiratorias, la temperatura mínima del aire depende de la actividad, pero hay que tomar medidas a partir de los -15 grados.

Así mismo, suele ser interesante evaluar el riesgo de frío por conducción, que es el que se produce a través del contacto con una superficie. Este puede suponer problemas cuando el contacto es prolongado y la superficie metálica está por debajo de los 15 grados.

Evaluación del riesgo de estrés térmico por frío

Elementos que agravan el estrés térmico por frío

Pese a todo lo que hemos mencionado, también se debe tener en cuenta que el estrés térmico por frío es un riesgo que está fuertemente ligado a otros factores. Son los que pasamos a mencionar a continuación.

  • Tal y como comentamos, el cuerpo humano depende de su sistema de termorregulación para sobrevivir. Cuando nos hacemos mayores (igual que cuando somos bebés), nuestro sistema de regulación de la temperatura no funciona correctamente. Además, hay que tener en cuenta que los “sensores” de nuestro cuerpo se atrofian, por lo que es posible que no percibamos la temperatura como corresponde, lo que también supone un riesgo añadido importante.
  • Género. Parece que, en general, las mujeres suelen aguantar mejor el estrés por frío, pero la velocidad a la que se enfrían sus manos y sus pies también suele ser mayor.
  • Historial médico. Aquellas personas que padecen algunas patologías, como problemas circulatorios, tienen más posibilidades de sufrir estrés por frío ya que la regulación de la temperatura depende en gran medida de la gestión del oxígeno y de los nutrientes.
  • Alimentación y hábitos. La dieta que sigamos tiene grandes repercusiones sobre la termorregulación. Así, una correcta alimentación ayuda a entrar en calor y a evitar la deshidratación, mientras que el tabaco, el alcohol y ciertos medicamentos pueden aumentar las probabilidades de sufrir estrés térmico por frío.
  • Tolerancia al frío. Pese a que no es correcto hablar de un período de aclimatación a las temperaturas frías, algunas partes de nuestra anatomía sí pueden desarrollar tolerancia a estas cuando se exponen repetidamente al frío.
  • El uso de varias capas de ropa, de guantes y de calzado especial para protegerse de las temperaturas bajas reduce considerablemente la movilidad, por lo que el trabajo a realizar tardará más tiempo en completarse. Por consiguiente, la exposición al frío se alarga en el tiempo y, además, se produce una mayor sobrecarga por el peso adicional del uniforme y por las fricciones entre las capas de ropa.

Normativa sobre el trabajo en cámaras frigoríficas

Según el artículo 31 del Real Decreto 1561/1995, la jornada de trabajo máxima para la fuerza de trabajo que realice su actividad en cámaras frigoríficas y de congelación dependerá de la temperatura.

  • De los 0 a los -5⁰C: la jornada es la normal, debiendo respetar los 10 minutos de recuperación (‘descanso’) cada 3 horas de trabajo ininterrumpido dentro de las cámaras.
  • De los -5 a los -18⁰C: la jornada se reduce hasta las 6 horas y se debe conceder un descanso mayor, de 15 minutos por cada hora de trabajo ininterrumpido dentro de la cámara.
  • En temperaturas inferiores a los -18⁰C (con una variación de más o menos 3⁰C): la jornada es la misma que en el anterior caso (6h), pero se aumenta la frecuencia de los descansos (15 minutos de descanso por cada 45 minutos de trabajo).

En estos dos últimos casos, sin embargo, se puede completar la jornada (hasta las 8 horas) con labores que se puedan desarrollar en el exterior de las cámaras.

Esta, no obstante, es solo una pequeña parte del cuerpo legislativo existente. Otra norma bastante ilustrativa es que los titulares de las instalaciones frigoríficas (según el Real Decreto 552/2019, de 27 de septiembre) están obligados a que la instalación frigorífica cuente con una persona que se encargue de forma expresa de ella. Consecuentemente, es necesario que esté formada tanto en el funcionamiento de la misma como en PRL, lo que incluye lo anteriormente expuesto y lo establecido por el artículo 19 de la ley 31/1995, de 8 de noviembre, de prevención de riesgos laborales. La susodicha preparación tiene que ser facilitada por la empresa frigorista.

Esto, junto al hecho de que la sección J del artículo 18 determine que “al finalizar la jornada de trabajo o, en caso de actividades industriales continuas, al finalizar el turno de trabajo se realice una inspección completa de la instalación frigorífica con el fin de comprobar que nadie se ha quedado encerrado en alguna de las cámaras”, pone de manifiesto la peligrosidad añadida que supone el frío.

PRL en cámaras frigoríficas

Como hemos podido comprobar, la PRL cobra una importancia capital cuando se trata de proteger la salud de las personas que trabajan en ambientes condicionados por el frío. El equipo de PRL de Cofrico realiza una gran labor de seguridad y salud en el trabajo, asesoramiento, formación y sensibilización a empleados y a técnicos para evitar potenciales accidentes en las áreas de trabajo y, por este motivo, os dejamos, a continuación, algunas de sus recomendaciones para aquellas personas que trabajan en ambientes fríos, como las cámaras frigoríficas y de congelación.

Medidas para la prevención en trabajos realizados en cámaras frigoríficas

Medidas generales:

  • Evitar que las extremidades de las personas trabajadoras queden expuestas al frío para protegerlas del enfriamiento localizado.
  • Seleccionar un uniforme de trabajo que permita la transpiración, impidiendo la acumulación de sudor.
  • Cambiarse de ropa cuando esta esté humedecida, puesto que esto contribuye a perder calor.
  • Minimizar el impacto de las corrientes de aire mediante ropa y pantallas cortaviento o a través de la modificación del caudal de aire, por ejemplo.
  • Recuperar energía calorífica a través de la ingesta de líquidos calientes, exceptuando el café (dado que es diurético).
  • Pasar reconocimientos médicos periódicos para identificar problemas circulatorios, cutáneos, etc.
  • Monitorizar la temperatura, la velocidad y la humedad del aire para poder evaluar el riesgo de manera objetiva en todo momento.
  • Respetar las jornadas de trabajo marcadas por la legislación, ajustar el ritmo de trabajo y fomentar el trabajo en equipo para evitar pasar mucho tiempo seguido en ambientes fríos.
  • Disponer de señales específicas (superficies heladas, zonas de frío extremo, etc.).
  • Reducir la carga de trabajo manual a través de autómatas y maquinaria.
  • Recubrir las superficies metálicas con un material aislante adecuado y/o contar con un equipamiento que se pueda manipular de forma segura con guantes. Si esto no fuese posible, es recomendable limitar el contacto con superficies frías.
  • Utilizar materiales/mecanismos que eviten que se forme hielo en el suelo, puesto que su acumulación podría provocar resbalones y otros accidentes.

Medidas tecnológicas:

  • Instalar sistemas de seguridad para la apertura de las puertas desde el interior de la cámara.
  • Instalar alarmas luminosas y sonoras.
  • Realizar un mantenimiento preventivo de los sistemas de seguridad.
  • Programar el sistema de ventilación para evitar que el aire circule a más de 0.2 m/s en áreas de trabajo.

Medidas organizacionales:

  • Fomentar la formación del personal en materia de PRL.
  • Facilitar que la actividad laboral se lleve a cabo en equipo.
  • Organizar adecuadamente los turnos de trabajo.
  • Diseñar un protocolo de actuación en caso de accidente.

Conclusión

Por todo lo expuesto, es muy importante ser conscientes de las implicaciones que el frío tiene a la hora de realizar nuestras labores, que van desde el simple malestar hasta efectos respiratorios, lesiones e, incluso, la muerte por hipotermia. En este ámbito, entran en juego tanto aspectos técnicos, legislativos y de PRL que tienen como objetivo común garantizar la salud y la seguridad de las personas que llevan a cabo sus obligaciones en ambientes fríos.